Katsugen undo,
la participación del consciente
en el movimiento espontáneo
Nuestra revolucionaria naturaleza humana nos ofrece una maravillosa posibilidad: acompañar con nuestra consciencia el movimiento espontáneo. En el katsugen, nuestro consciente presta una sencilla atención al movimiento espontáneo de nuestra CVP. Como es la expresión de las cinco oseis + y -, al desplegarlo, recuperamos conjuntamente el vigor de sus distintas actividades energéticas: motrices, biológicas y psíquicas.
El movimiento espontáneo sólo cesa cuando la vida termina. Desde que nacemos, nos permite recuperar la coordinación de nuestra CVP frente al bloqueo de la misma. Esta capacidad se va debilitando a medida que se incrementa la TPE y, con ella, la disociación entre el consciente vestido y el consciente espontáneo.
Pero todos sabemos que, a menudo, hemos recuperado la vitalidad y la salud, gracias al movimiento espontáneo de nuestro organismo: bostezo, eructo, vómito (que nos libera de un alimento en mal estado), movimientos que realizamos sin darnos cuenta (y nos permiten recuperar la vitalidad de las zonas cansadas), respuestas instintivas (que nos salvan del peligro), determinadas asociaciones de ideas (que nos hacen sentir de nuevo las ganas de vivir),…
Noguchi se dio cuenta de esta capacidad revitalizadora del movimiento espontáneo de nuestra CVP y propuso su práctica con el nombre de katsugen undo.
Puede iniciarse con unos ejercicios preparatorios o, sin más, dejando que vaya saliendo nuestro propio movimiento espontáneo: basta con que vayamos buscando un movimiento grato y automático entre C, V y P.
A veces es muy dinámico y otras, casi estático. Al reavivarse la tensión A, que había quedado estancada por la frustración del deseo, se van activando aquellas zonas orgánicas donde había disminuido la amplitud del movimiento. Esta renovada movilidad de los tejidos y órganos reestablece el correcto funcionamiento de su actividad biológica. En nuestra psique, se van expresando recuerdos, sensaciones, sentimientos e ideas relacionadas con el deseo no realizado.
El renovado movimiento de las células-tejidos de esas zonas genera distintos fenómenos de limpieza del organismo, que nos permiten eliminar las sustancias tóxicas que habíamos acumulado, debido a su bloqueo. Nuestros órganos internos van realizando mejor su función y nuestra psique recupera su sensibilidad natural.
En esta progresiva coordinación de las diferentes partes de la CVP, sentimos cómo se van relajando unas zonas que estaban excesivamente tensas y se activan otras, debilitadas. Percibimos nuestra particular tendencia a acumular la TPE en las mismas zonas físicas u orgánicas y con la misma sobreexcitación psiquica, las que corresponden a nuestro taiheki. Y vamos recuperando la asociación natural entre nuestro consciente espontáneo y el vestido, reestableciendose el diálogo en el interior de nuestro consciente y entre las distintas actividades no conscientes de nuestro organismo.
Recuperamos una flexibilidad, olvidada o perdida frente a las distintas circunstancias de nuestra vida, que nos permite
- vivir de una manera más acorde con nuestra propia naturaleza,
- percibir con mayor amplitud la realidad y nuestra relación con los demás,
- y comprender y respetar la suya y nuestra propia manifestación espontánea.