Yuki, 
la participación del consciente 
en la comunicación espontánea 

 

Nuestra revolucionaria naturaleza nos ofrece también otra maravillosa posibilidad: acompañar con nuestra consciencia la comunicación con la sensibilidad espontánea. En el yuki, prestamos atención a la comunicación con la sensibilidad espontánea de otra persona o de nosotros mismos, implicando nuestro consciente, sobre todo a través de las manos.

La liberación de las manos fue esencial en el proceso de conversión energética que experimentó nuestra especie. Sin ellas, no hubiéramos podido fabricar instrumentos, cuestión clave para el incremento de nuestra actividad psíquica y para el desarrollo de la consciencia y de la cultura. Ninguna otra especie tuvo esta evolución. La participación de las manos incrementa la comunicación con nuestra propia sensibilidad o la de otras personas y su precisión porque son, en sí mismas, una herramienta directa de nuestro cerebro y de nuestra consciencia. 

De hecho, todos sabemos de su participación en esta comunicación: 
Al tener dolor de estómago o de muelas, nos sale el poner la mano sobre el vientre o la mejilla. Al sentir rigidez en el cuello, sin pensarlo, colocamos los dedos de la mano sobre esa zona. En los momentos en que nos sentimos débiles, como faltos de fuerza en el bajo vientre, lo sujetamos con todo el antebrazo. Si sentimos tristeza, algo hace que nos llevemos la mano al centro del pecho. Cuando un niño reflexiona durante un examen, se pone la mano en la cabeza. Cuando alguien tiene una fuerte decepción, lo acompañamos con la mano puesta sobre su espalda. Acompañamos a un enfermo postrado en cama cogiéndole su mano… 

Esta capacidad instintiva y exclusiva de nuestra naturaleza ha sido y es utilizada con otros enfoques y con otras pretensiones (curativas, energéticas, espirituales). Pero Noguchi se dio cuenta de que, sencillamente acompañando con las manos la sensibilidad de nuestro organismo, éste recupera la amplitud y la riqueza de su manifestación espontánea. 

La práctica de yuki se realiza en cualquier parte de la CVP y de los miembros. Cuando se realiza con otra persona, lo más frecuente es que el receptor se estira boca abajo y el actor, sentado a su lado izquierdo, pone las manos sobre su espalda. La actitud del actor es la de percibir la sensibilidad del mundo de la otra persona y comunicarse con ella, dejando que sus manos se coloquen allí donde las guíe su intuición y su propia sensibilidad. 
El actor va percibiendo el estado del organismo del receptor: su respiración, la vibración interna, el calor o frío, el grado de endurecimiento de los tejidos, el estado de su psique…El receptor siente cierta rigidez de su eje (que no sentía sin esta asistencia del actor sobre su espalda) y, al mismo tiempo, va percibiendo un estado agradable en las zonas físicas u orgánicas atendidas y una calma en su psique… 

A medida que avanza la práctica, el actor va percibiendo y situándose sobre las zonas con mayor tensión y la misma comunicación le guía hacia una mayor precisión. El receptor va notando también dónde y cómo está acumulada la TPE en su organismo y se despierta en él, el deseo de recuperar la amplitud de su movimiento.
Cuando, en esta comunicación, se alcanza una coordinación de ambas sensibilidades (en el ritmo, la vibración, la respiración, la presión, el ángulo, la zona…) las zonas con TPE acumulada experimentan un incremento de su activación, recuperando así su movimiento natural. 
En consecuencia, es decir, no por un acto intencionado de relajar o equilibrar, de aliviar dolencias, de curar o sanar, sino precisamente por una sencilla concentración, los tejidos y órganos recuperan su movilidad y la actividad psíquica, asociada con ellos, disminuye su sobreexcitación. La persona siente un estado natural de su ser, recuperando la vitalidad y la salud. 

Las prácticas de katsugen y de yuki son muy sencillas y no requieren ni de grandes técnicas ni de conocimientos previos, tan sólo recuperar y cultivar una capacidad que todos tenemos y que nos es propia. 
Finalmente, en ambas dos, casi no pretendemos nada, tan sólo atender y acompañar con nuestro consciente el movimiento y la sensibilidad espontáneos de nuestra particular naturaleza humana. 

Gyoki

Es la práctica tradicional del Oriente: significa ejercitar el ki. Se realiza de muchas maneras, tanto simples o fáciles como complejas o muy metodizadas, que, en definitiva, pretenden recuperar la amplitud natural de la respiración pectoventral, que tiende a acortarse por el problema de la TPE.
En la cultura seitai, al practicarse junto al katsugen undo y yuki, se convierte en algo realmente simple.